jueves, 25 de febrero de 2010

Enfermedad



Hace unos días vino a mi memoria la madre de una antigua amiga del instituto.
Recuerdo el momento en que la conocí y me quedé impactada. Impactada por el estado en que se encontraba aquella señora y por la naturalidad con la que todos en aquella casa vivían esa situación.
No recuerdo su nombre...era bajita, el pelo blanco, algo entrada en kilos, pero sobre todo es que andaba por la casa como sonámbula, ignorando lo que le rodeaba, ojos que no miraban más que hacia sí misma, hacia su interior...parecía muy sola. Iba arriba y abajo, por la cocina. De repente se dio cuenta de mi presencia, me sonrió, saludó, besó y siguió sumida en su deambular. Me dio mucha pena, esa mujer se sentía muy sola en una casa donde tenía 6 hijos y un marido. Mi amiga se sentía sola porque no tenía madre, aunque vivía con ella y se ocupaba de sus necesidades básicas.
Hoy me siento como la madre de aquella amiga ¡He luchado tanto!¡He trabajado tanto por mis hijas!¡Cuántas horas en vela!¡Cuánto esfuerzo por salir de la depresión!¡Cuántas lágrimas por volver a ser yo misma!¡Por sacar mi casa adelante!¡Por amar y sonreir, ayudar y agradar!
Hoy todo ese esfuerzo me parece valdío. Me siento enferma, cansada, triste, engañada, defraudada, angustiada, me duele el pecho y el alma. Me siento pisoteada, manipulada...en una palabra:Idiota.
Nada de lo que hago parece agradar, siempre hay malestar a mi alrededor, acusaciones, quejas, imposiciones, chantajes, ignorancia, olvido...
Soy un pelele del que tiran de los brazos y terminan por romper. Tengo roto el corazón...me duele de pena. Me siento sola, muy sola. Lágrimas siempre en el desborde. No puedo luchar más...quiero vivir en esa ignorancia del mundo que me rodea, mirar sin ver, notar sin sentir, encontrar ese rincón tranquilo dentro de mí misma donde nadie pueda entrar ni me hagan más daño. Sólo yo y mis recuerdos. Cumplir una promesa...y ahora ¿Qué me moverá a volver a hacer esa promesa?