sábado, 14 de marzo de 2009

Tengo necesidad de tí. Siempre has sido un referente, un guía, un ejemplo a seguir, la voz de la experiencia, aquella mano que empujaba fuerte mi hombro y sacaba de mí el genio y el amor propio para seguir adelante, para ser mejor, para conseguir las metas que me proponía y que, en muchas ocasiones, no encontraba las fuerzas necesarias para llevarlas a buen fin.
Pronto será el séptimo aniversario de tu muerte...odioso 4 de abril, que me arrebató aquello que más amaba y que no me dí cuenta hasta que tuve que reconocer tu cadáver. Parecías sonreirme y te hice una promesa, una promesa que no he olvidado y que llegué a cumplir y sigo luchando cada día de mi vida para seguir manteniéndola, aunque el destino se empeñe en que me desdiga de ella. Te lo prometí, padre y lo cumplo. Ahora te dedico estas palabras y, aunque hablamos a diario, este será un nuevo vehículo de comunicación para los dos, pero sobre todo, me servirá para honrar tu memoria y sacar a la luz, todo aquello que significaste para mí y todos aquellos que te conocieron.
Un extremeño muy sevillano...tiene su razón de ser. Mi padre nació en Almendralejo, una importante localidad de Badajoz. En su adolescencia se trasladó a Sevilla y se enamoró: se enamoró de su luz, de su historia, de sus tradiciones y se sentía más sevillano que cualquiera que haya nacido aquí. Sin duda tú me enseñaste a querer mi ciudad.
Recuerdo que de pequeña me hablabas de las leyendas de Sevilla, de Don Juan y el "duende". De los artístas, aunque no te olvidabas de las figuras importantes de tu Extremadura natal. Recuerdo los paseos por el cementerio de San Fernando...sí, te gustaba pasear por el cementerio y me lo has dejado como herencia. Me señalabas las tumbas importantes, sus monumentos, cosas curiosas...pero tú no estás allí. Nunca quisiste que te enterrásemos...sigues en casa. Tus cenizas siguen con nosotros, junto a tus pertenencias más queridas: tu sello, tu medalla del Gran Poder y tu carnet del Sevilla.
Tengo necesidad de hablar de tí, porque te necesito, padre y no estás a mi lado, porque me siento sola, aunque esté rodeada de gente, porque me he acostumbrado a no verte, pero cada día necesito más tus consejos, tus risas, tus chistes, tus broncas, tu empuje...necesito hablar contigo, padre, ¡Y no estás!, Necesito tu abrazo ¡Y no lo tengo! Necesito de tu compañía ¡Y estoy sola!Necesito tu consejo ¡y sólo oigo silencio!Necesito discutir ¡Y estoy muda!
Te necesito, padre...y por eso voy a contar todo lo que siento y lo que recuerdo de tí.
Mes de abril en Sevilla...tu favorito...y me dejó huérfana. Lo odio y por eso, voy a ver las cofradías que tú no puedes ver, disfruto la feria que no puedes disfrutar e intento que, esos ojos verdes que tanto te gustaban, sigan brillando.