sábado, 18 de abril de 2009

Añoranza


Padre, hay un momento cuando muere el sol en la tarde y se dividen las miradas de ambas partes, el día muere y yo con él un poco, padre.
Escucho el eco de tu voz y siento hambre porque he perdido la esperanza de encontrarte más allá de mis recuerdos y me siento sola.
Escucha...padre...hay quien se va del nido y sube a las montañas, hay quien regresa a él y vive en sus entrañas, hay quien pierde la voz padre, cuando te escuchó por primera vez recitar y emocionarte hasta la exhaltación...
Padre, me viste crecer, ahora tengo arrugas, aunque las tuyas serían mucho más profundas si me volvieras a ver triste.
Cuando siento que ya no tengo más lágrimas con qué llorarte, me sorprendo con los ojos inundados de mar, virtiendo incluso cuando me río, gélidos ríos de pena. Ojos verdes que no mienten y que esparcen lo que sienten.
Me arrepiento de no haber aprendido a jugar al ajedrez e invertir las horas en estar contigo, aprendiendo estrategias, hablando de la vida, sintiendo tu calor...
Si supiéramos lo que la vida nos depara...se harían las cosas de otra manera, valoraríamos distintos momentos y situaciones, valoraríamos la compañía de nuestros mayores...
Pero que no suene a reproche...me siento privilegiada por las horas pasadas junto a tí.
Te echo de menos...., pero tengo suerte de tener ahora a mi familia...tú familia, junto a mí.
Besos.